Amaury Vázquez Villalón

Amaury Vázquez Villalón, Colección de reflexiones.

MIGUEL es de las personas de mi barrio que aprecio mucho, siempre me dice que los títulos universitarios de sus hijos se los dio la tierra.

Enviudó de EMELINA cuando los mellizos tenían 3 años y 6 años la primogénita. Sus hijos me contaron que sin lavarse iba a buscarlos a la escuela y ellos se avergonzaban, -“allí está el negro campesino”- le decían a LUCÍA (la mayor) y ella ofendida cada día terminaba llorando en la puerta de salida ,MIGUEL hoy ríe pero me cuenta que fueron tiempos muy duros. En un brazo cargaba a LUCIA y en el otro las herramientas de labrar y los cuadernos de su hija, mientras por el camino, ignorando los sollozos, le contaba historias infinitas, siempre alegres.

Con el mismo espíritu regresaba a recoger a sus hijos más pequeños mientras LUCIA se quedaba pelando viandas para la cena y un libro abierto para el estudio.

No he visto nunca a MIGUEL triste (y tiene motivos). Me dice que los domingos iban los 4 al cementerio a ver a EMELINA y cantaban juntos, en lengua yoruba, donde ella reposa, luego se hacían los dulces de harina y coco, y se preparaban los uniformes para el lunes.

Jamás se casó de nuevo, tomaba sólo los domingos en el portal una bebida con palos y raíces cuando ya sus hijos dormían, por eso los mellizos me dicen con orgullo que nunca han visto a su padre beber.

LUCIA es hoy científica en un instituto médico, uno de sus hermanos es músico de la sinfónica, el otro     es ingeniero y trabaja en el tema del petróleo.

MIGUEL siempre dice que los títulos de sus hijos fue un regalo de la tierra, me lo cuenta mientras me da a probar de esa botella con esas cosas raras dentro que me saben a sacrificio (por lo amargo del sabor).